Las turberas: frágil ecosistema en peligro.

Una de las principales materias primas utilizadas para elaborar sustrato es la turba, acumulada en profundidad en un tipo de ecosistema de humedales llamado turbal, del cual es extraída.

La turba es la materia orgánica muerta derivada de plantas adaptadas a vivir en condiciones de saturación de agua, bajo contenido de oxígeno y escasos nutrientes. Es utilizada como fertilizante orgánico, humus, sustrato en horticultura y combustible.

Los turbales cubren más de 400 millones de hectáreas en 180 países y representan un tercio de los humedales del planeta. Estos frágiles ecosistemas contribuyen a la regulación hidrológica y climática, proveen de hábitat a especies amenazadas y endémicas además de servir de protección contra la erosión y la pérdida de suelo. Su extracción es una práctica de gran impacto medioambiental, por cuanto produce la destrucción irreparable del turbal y un fuerte impacto visual negativo. La falta de control y de restricciones a la actividad podría llevar a la pérdida de los bienes y servicios ambientales que estos ecosistemas brindan al hombre.

Las turberas son el mayor almacén de carbono del mundo. Aunque abarcan solo un 3 % de la superficie de la Tierra, contienen más carbono que todos los bosques del planeta. Sin embargo, dado que actualmente se conoce poco sobre las turberas, en muchos lugares se proyecta su excavación, drenaje y destrucción, a menudo con fines agrícolas. Al llevarlo a cabo, se liberan a la atmósfera cantidades enormes de carbono cada año. Aunque todos los países contienen algunas áreas de turberas, estas se concentran principalmente en los países septentrionales que se encuentran alrededor del Círculo Polar Ártico.

La Convención de Ramsar sobre los humedales ha diseñado una serie de lineamientos a seguir dirigidos a los gobiernos, instituciones y organizaciones a nivel mundial, a fin de establecer acciones sobre el uso racional de las turberas, su conservación y restauración.

Afortunadamente, es posible restaurar las turberas para que vuelvan a almacenar carbono en vez de emitirlo aumentando el nivel del agua para que alcance los niveles del pasado, es decir, rehumidificándolas. Dado que muchas turberas contienen especies emblemáticas de plantas, aves y otros animales, también se han conservado varias de estas áreas mediante su designación como Humedales de Importancia Internacional en el marco de la Convención de Ramsar.

Mira este video para que conozcas la historia de las Tablas de Daimiel en España, un ejemplo del renacer de uno de estos hermosos ecosistemas.

Para conocer más sobre el trabajo de preservación y restauración de turberas y humedales que lleva a cabo Wetlands International en la Patagonia Argentina, pincha aquí.

Clasificación de los Sustratos.

Aunque yo soy de las que prefiere utilizar sustratos que vienen ya preparados, siempre hay a quien le gusta elaborarlos por su cuenta, experimentando un poco, hasta dar con las proporciones ideales para sus hortalizas, así que, en esta entrada encontrarás una sencilla clasificación de los principales productos utilizados como base o soporte para el crecimiento de las plantas y que te puede ayudar en esta tarea. Esta información la he extraído de un completísimo trabajo editado por la Generalitat Valenciana, «Cultivo sin suelo de hortalizas»,  en el cual encontrarás una descripción detallada de las características de los sustratos más comúnmente utilizados.

1. Sustratos Orgánicos.

1.1. De origen natural (turbas).

1.2. Sub-productos de la actividad agrícola: fibra de coco, virutas de madera, paja de cereales, residuos de la industria del corcho.

1.3. Productos de síntesis (polímeros no biodegradables tales como, espuma de poliuretano y poliestireno expandido).

2. Sustratos Inorgánicos.

2.1. De origen natural, que no requieren de un proceso de manufacturación, como por ejemplo, arena, gravas, tierras de origen volcánico.

2.2. Aquellos que pasan por un proceso de manufacturación: lana de roca, fibra de vidrio, perlita, vermiculita, arcilla expandida, etc.

A diferencia de los sistemas de cultivo hidropónico que se desarrollan en una solución nutritiva o en sustratos totalmente inertes, nosotros realizaremos un abonado de nuestro sustrato. Nuevamente, podemos optar por adquirir el producto (fertilizante, abono) en el mercado, listo para usar, o si lo deseamos, prepararlo nosotros mismos.

Aquí les dejo los enlaces de algunos videos muy didácticos relacionados con los sustratos:

* ¿Qué es la fibra de coco?.

* ¿Qué es la turba rubia?

* Preparación de sustrato para maceta. 

El sustrato como medio de cultivo. Segunda Parte.

A la hora de comprar el sustrato que vamos a utilizar en nuestro huerto, debemos fijarnos detenidamente en la etiqueta. No te asustes si parece que estuvieras leyendo jeroglíficos. En esta entrada hablaremos un poco sobre algunas de las características de los sustratos que nos permitirán decidir cuál de ellos es el que nos va mejor.

Lamentablemente nuestros países tienen un fuerte rezago en cuanto al desarrollo de normativa sobre sustratos de cultivo por lo que es difícil encontrar en el mercado productos que brinden en la etiqueta suficiente información. Algunos son empacados de manera rudimentaria en bolsas plásticas y no tenemos ni la menor idea de lo que estamos comprando. Tarea pendiente para nuestros legisladores.

La normativa europea UNE-EN sobre caracterización de los sustratos de cultivo y mejoradores del suelo nos ayuda, sin embargo, a establecer criterios de elección. En ella se especifican detalladamente las propiedades físicas y químicas de los sustratos de cultivo y la metodología para evaluarlas.  Ya que cada hortaliza tiene unos requerimientos y sistemas de manejo muy concretos (como el riego, por ejemplo)  deberíamos recurrir a fabricantes que aporten la mayor información posible sobre los productos empleados en la elaboración de los sustratos.

Propiedades físicas de los sustratos de cultivo.

  1. Porosidad: es el volumen total del medio no ocupado por las partículas sólidas. Estará ocupado, por tanto, por aire y agua en una cierta proporción. El sustrato ideal debe tener una elevada porosidad, con un adecuado equilibrio en el tamaño de los poros, lo cual brinda una apropiada aireación y capacidad de retención de líquido.
  2. Densidad aparente: espacio total ocupado por los componentes sólidos sumado al volumen o espacio poroso. Nos indica la facilidad de transporte (ligereza del producto) y el manejo del sustrato, por lo que se prefiere que sus valores sean bajos.
  3. Estructura: se prefiere que el sustrato sea estable a fin de evitar que se deforme al contraerse o dilatarse frente a los cambios de humedad (lo cual comprometería la aireación de las raíces) o se deseque. Este problema guarda relación con la afinidad de la fase sólida del sustrato por el agua, por lo que se deben evitar sustratos que rechazan el agua cuando están secos.
  4. Distribución del tamaño de partículas (granulometría): tamaño de los gránulos o fibras. Es muy importante que el material mantenga cierta homogeneidad y evitar que los rangos de partículas sean muy dispares (debe tener una distribución adecuada). Esto acarrea una reducción del espacio poroso por reordenación de las partículas más finas entre las gruesas y con el tiempo provoca retenciones excesivas de agua y falta de oxígeno en las raíces. A mayor granulometría, aumenta el tamaño del poro y varía su comportamiento hídrico y su densidad aparente. Un buen sustrato tiene partículas de diferente tamaño. Esto permite que penetren fácilmente el aire y el agua.

Propiedades químicas de los sustratos de cultivo.

  1. Reactividad química. Normalmente se prefieren sustratos inertes frente a los químicamente activos, lo cual traería como consecuencia un aporte extra de sustancias químicas a la solución nutritiva, algunas de ellas tóxicas, en cuyo caso habría que descartar el sustrato, o beneficiosas, pero sin garantía de continuidad al agotarse con el tiempo. Los procesos químicos también modifican la estructura del sustrato.
  2. pH: los requerimientos de la planta y la disponibilidad de algunos nutrientes marcan la necesidad de un pH adecuado en el medio de cultivo, siempre con una tendencia mayoritaria a valores ligeramente ácidos, entre 5,5 y 6,6.
  3. Conductividad eléctrica: índice directo del contenido en sales de los sustratos. Los valores máximos deben situarse por debajo de 1,0 dS/m, para no comprometer el cultivo por exceso de sales.
  4. Elementos solubles: permite estimar la disponibilidad de elementos solubles para el cultivo. Se deben expresar en mg de elemento por litro de sustrato. Se suele analizar el contenido de nitrógeno (amonio y nitratos), fosfatos, potasio, calcio y magnesio; en el caso de conductividades elevadas, también sodio y cloruros. Cada planta tiene unos requerimientos específicos.
  5. Materia orgánica: puede informar del origen de los materiales y del carácter orgánico o mineral del sustrato.
  6. Nitrógeno total: indica la reserva de este nutriente y a través de la relación C/N revela el grado de estabilización de los materiales sometidos al proceso de compostaje (su óptimo se encuentra entre 10 y 20).

Propiedades biológicas de los sustratos de cultivo.

  1. Actividad biológica. Cualquier actividad biológica es perjudicial. Los microorganismos compiten con la raíz por oxígeno y nutrientes, degradando el sustrato y empeorando sus características físicas de partida.
  2. Velocidad de descomposición. Es importante que el sustrato sea estable biológicamente, es decir, que sea resistente a la biodegradación de sus componentes orgánicos. Si se emplean subproductos orgánicos sometidos a un proceso de compostaje incompleto, el sustrato puede llegar a sufrir una pérdida de volumen  disminuyendo su porosidad y contenido de aire.

Te invito a que leas el artículo completo de los profesores Masaguer y López-Cuadrado del Dpto. de Edafología de la Universidad Politécnica de Madrid en el cual me he basado para escribir esta entrada.

El sustrato como medio de cultivo. Primera parte.

La elección del material sobre el cual van a crecer nuestras hortalizas es uno de los pasos más importantes en la planificación del huerto urbano, razón por la cual nos detendremos un poco más en este tema.

El agricultor tradicional utiliza el suelo o lo que comúnmente denominados «tierra» para cultivar. Lamentablemente, el uso intensivo de este importante recurso está conduciendo a su agotamiento. De allí que en los últimos años los científicos del suelo se hayan puesto a trabajar en el desarrollo de diferentes tipos de técnicas de cultivo sin suelo, con el fin de mejorar los rendimientos y poder utilizar de forma más eficiente los recursos disponibles. Una de ellas es el uso de sustratos como medio de cultivo.

Sustrato agrícola: todo material sólido distinto del suelo, natural o sintético, mineral u orgánico, de forma pura o mezclado, que, colocado en un contenedor,cumple la  función principal de servir como medio de crecimiento y desarrollo de las plantas, permitiendo su anclaje y soporte a través de las raíces, favoreciendo el suministro de agua, nutrientes y oxígeno.

El cultivo de plantas en sustrato difiere marcadamente del cultivo de plantas en suelo. Así, cuando se usan contenedores, el volumen del medio de cultivo, del cual la planta debe absorber el agua, oxígeno y elementos nutritivos, es limitado y significativamente menor que el volumen disponible para las plantas que crecen en campo abierto.

En la actualidad existe una gran cantidad de materiales que pueden ser utilizados para la elaboración de sustratos, y su elección dependerá de la especie vegetal a propagar, época, sistema de propagación, precio, disponibilidad y características propias del sustrato.

Ya que nosotros vamos a cultivar nuestras hortalizas en recipientes (mesas de cultivo, macetas, etc.), utilizaremos sustrato como medio de cultivo. Recordando que nos hemos comprometido a llevar a cabo métodos agrícolas respetuosos con el medio ambiente, trataremos en lo posible de adquirir un sustrato orgánico, compatible con nuestros principios.

Hay una gran variedad de marcas comerciales en el mercado. Lo cierto es que no todos los sustratos sirven para cualquier tipo de planta;  a pesar de que podamos encontrar los que se denominan «sustrato universal», es mejor utilizar aquellos sustratos preparados pensando en un tipo de planta en particular, ya que cada especie tiene requerimientos específicos (por ejemplo, hay una variedad de plantas que requieren un pH específico en el sustrato o las especies terrestres, que necesitan mayor disponibilidad de agua, por lo que el sustrato debe tener una porosidad diferente, etc.).

Al adquirir la bolsa de sustrato quizás te llame la atención que el contenido venga en litros. Esto es así, para facilitarnos el saber cuánta cantidad comprar en base al tipo y número de recipientes en donde sembraremos nuestras hortalizas. Esta medida nos indica la capacidad en litros de las macetas y mesas de cultivo que utilizaremos. Para saber cuánto es esto, necesitaremos estimar el volumen de nuestros recipientes, midiéndolos y realizando una cuenta sencilla dependiendo de si es una caja rectangular, cuadrada, o si es una maceta (forma cónica).