Semillas y Semilleros. Parte I.

Finalmente ha llegado el momento esperado.

Hemos elegido el mejor lugar para instalar nuestra huerta, tenemos las herramientas necesarias, los recipientes adecuados, el mejor sustrato y el abono más apropiado. ¿Qué hago ahora?

El siguiente paso es elegir las hortalizas que vamos a plantar y realizar un calendario de siembra.

Pero antes, es importante que revisemos algunos aspectos importantes relacionados con la selección de semillas y las técnicas de siembra y trasplante más utilizadas.

Existen tres métodos de instalación de cultivos hortícolas:

1.- Almácigas y trasplante. La siembra se realiza en una superficie restringida, con una alta densidad, utilizando cajoneras, recipientes individuales o macetas o recipientes multiceldas (bandejas de poliestireno, por ejemplo). En esta área pequeña las plantitas crecen hasta que puedan resistir el trasplante a su lugar de cultivo definitivo.

Almáciga (rae): lugar donde se siembran y crían los vegetales que luego han de trasplantarse.

Haz click en este enlace y podrás ver qué fácil es realizar tu semillero.

2.- Siembra directa en el terreno.

3.- Uso de partes vegetativas, tales como bulbos, tubérculos, hijuelos, tallos, estacas, raíces, etc. El ejemplo más conocido es el de la querida papa, mira este video y anímate a cosecharlas.

Trasplante. Cuando la planta tiene unas cuatro hojitas y unos 10 centímetros de altura, ya es tiempo de trasplantarla a su lugar definitivo. Debes tener preparado el recipiente en donde va a crecer y realizar el trasplante a la hora de menos calor (preferiblemente en la tarde). Si donde vives hace mucho calor, los primeros días deberías proteger la plantita del sol directo hasta que se haya adaptado a las nuevas condiciones. La plantita debe ser extraída del semillero o almáciga con un poco de tierra para que la raíz no se resienta del cambio.

Trata de tomar las plantitas por las hojas sin tocar las raíces, las cuales no deben estar dobladas o anudadas. Las plantas deben quedar enterradas hasta las dos hojas verdaderas. Verás que las dos primeras hojas son más chiquititas y redondas que las demás, se las conoce como hojas falsas y deben quedar enterradas. Luego debes regar con cuidado, utilizando una regadera (¡nunca una manguera!) que permita que el agua salga en forma de llovizna para que las plantas no se lastimen o sean extraídas del suelo. El riego debe adaptarse al tipo de hortaliza que hemos sembrado, siempre utilizando el sentido común, ni mucho, que encharque, ni poco, que genere estrés hídrico.