Cómo construir un hotel de insectos

La primera vez que escuché este término me sorprendí, ¿un hotel para insectos? Pero, y eso, ¿qué es? Pues es un concepto surgido con el propósito de “optimizar la presencia, para la supervivencia invernal, de insectos que favorecen el ecosistema, la polinización y la biodiversidad”.

Aunque en nuestro clima tropical no tenemos el problema de las heladas o bajadas bruscas de temperaturas, al aplicar esta genial idea atraeremos insectos útiles para nuestro huerto, creando un ambiente favorecedor del equilibrio entre las hortalizas y los insectos, mejorando de esta manera la biodiversidad del huerto.

Entre las especies más útiles que podemos atraer se encuentran las arañas, las mariquitas, las avispas, lagartijas, ciertas aves, los murciélagos y los sapos, entre otros.

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Ubicación.

Lo ideal es dirigir el refugio hacia el sur o suroeste, protegido del viento, no lejos de un espacio cultivado, de una huerta o de flores silvestres (estos serán el restaurante del hotel). Tiene que estar a por lo menos, 30 cm del suelo y ofrecer refugio en caso de mal tiempo.

Materiales.

Lo más indicado son los materiales naturales como troncos de madera, ladrillos, paja, cañas de bambú, etc. Estos materiales deben tener agujeros más o menos grandes para que puedan acoger a distintos tipos de insectos. La estructura se recomienda hacerla de madera, reforzándola lo suficiente como para que pueda soportar un peso importante. El tejado debe ser impermeable, por ejemplo, de zinc.

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La estructura se debe instalar en su ubicación definitiva antes de empezar a rellenarla, ya que después de colocar los materiales en su interior pesará demasiado como para poder transportarla. Levántala del suelo unos 30 cm para mantenerla protegida de la humedad.

En el caso de que en nuestro huerto el viento sople con fuerza, se recomienda colocarle patas a la estructura, apoyándola contra una pared.

Se recomienda colocar los materiales más pesados en la parte inferior.

Las habitaciones.

Para las crisopeyas: utiliza una caja de color rojo con algunas aberturas y rellena de fibra de embalaje o paja. La alimentación de las larvas de estos insectos se basa en parásitos: pulgones, moscas blancas, huevos de ácaros, etc.

Para los abejorros: una caja con un agujero de unos 10 mm de diámetro que posea una pequeña pista de aterrizaje en su entrada.

Para ciertas abejas y avispas solitarias: una esterilla de caña trenzada o troncos agujereados.

Para las abejas solitarias: ladrillos con los huecos llenos con una mezcla de arcilla y de paja.

En general, también se puede utilizar un poco de madera seca con agujeros como los tallos de bambú, macetas giradas, llenas de fibras de madera o heno y colocar tablas de madera de tal manera que queden huecos entre ellas, es el sitio ideal para las mariquitas.

Y para aquellos que no tienen mucho tiempo disponible, pueden adquirir en los establecimientos especializados en jardinería, los hoteles ya construidos, listos para usar.

Y recuerda proteger a nuestros amigos, por favor, no utilices insecticidas.

Fuente: ecoplantem.blogspot.com

Fuente: ecoplantem.blogspot.com

El contenido de esta entrada ha sido extraído en su mayor parte del manual «Cómo hacer un Hotel de Insectos» por Julien Nadreau.

El uso de insectos en el control de plagas de nuestro huerto

Los habitantes de las ciudades tenemos un gran problema con los insectos, es un asunto genético diría yo, parece que no podemos comulgar de ninguna manera con ellos y junto con su hábitat, hemos ido exterminándolos de nuestro entorno.

Ciertamente no es nada agradable enfrentarnos por ejemplo, a los temibles insectos rastreros que nos hacen gritar de espanto cuando en medio de la noche vamos a la cocina por un vaso de agua y nos parece ver algún movimiento inesperado. Pero, junto con ellos hemos ido acabando también con todos los demás, buenos y malos, grandes y pequeños. La combinación perfecta surgió cuando pudimos armarnos con toda clase de insecticidas y a la primera de cambio fsssssssssssss!!!!! allá va, un chorro potentísimo de químicos que acaban en microsegundos con cualquier cosa con patas sin detenernos a pensar en las consecuencias de ese simple acto.

¿Cuándo fue, extenuado habitante de la gran ciudad,  la última vez que viste una mariposa, un abejorro, escuchaste cantar una cigarra, contemplaste una mariquita de vivos colores, una abejita o un ciempiés? Uffff….ni nos acordábamos que estos animales existen, tal vez nunca los vimos en vivo y en directo, ah! sí, una vez, en Animal Planet….

Pues, fíjate que no todos los insectos son plagas. En efecto, existe un gran número de insectos beneficiosos que nos pueden ayudar muchísimo en nuestra huerta. De paso, nos permitirán contribuir con el cuidado del medio ambiente, pues ellos solitos se encargarán de los “malos” de la película y no tendremos que utilizar pesticidas y todas esas cosas horribles que contaminan.

Así que, por favor, perdamos el miedo a los insectos. Es cierto que algunos tienen aguijones y pueden picarnos y que hay que tomar precauciones (sería insensato molestar una colmena, por ejemplo o dar manotazos al aire cuando una abeja se nos acerca), pero, los beneficios que obtendremos superan con creces a estos pequeños sobresaltos y poco a poco nos acostumbraremos a su presencia nuevamente.

Por increíble que parezca, existen casas comerciales que venden estos insectos para ser usados como control de plagas en huertos y jardines. En este enlace encontrarás una completa guía de insectos utilizados con este propósito (en inglés) y ¡el precio al cual puedes adquirirlos!

Control Natural de Plagas.

Los expertos creen que la solución lógica al control orgánico de plagas es crear un balance de organismos en el jardín o huerta. En un ecosistema diverso, las poblaciones de plagas son reguladas de forma natural. El desarrollo de este balance depende de los productos que minimizan el daño a los insectos polinizadores y otros insectos beneficiosos. Las trampas y señuelos son usados para identificar la presencia de plagas y ayudan a controlarlas. Si hay plagas en nuestra huerta o jardín deben utilizarse en primer lugar las soluciones menos tóxicas, tales como, barreras y repelentes, insectos beneficiosos, pesticidas biológicos, jabones y aceites, dejando de último los insecticidas botánicos o naturales, los cuales son más tóxicos.

Abejorros.

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El abejorro es el mayor polinizador encontrado en la naturaleza. Facilita la formación del fruto de un gran número de vegetales y árboles frutales. La polinización intensiva llevada a cabo por este trabajador insecto, da como resultado mayor producción de cualquier cosa, desde tomates y pimentones hasta fresas y cerezas. En este sentido, ¡los abejorros ayudan a alimentar al mundo!

Los abejorros transportan grandes cantidades de polen en sus patitas traseras. El polen también es llevado en el abdomen y es depositado durante las sucesivas visitas de flor en flor antes de regresar a sus colmenas. Éstas representan el lugar de actividad comunal en el cual el polen es convertido en alimento y los retoños son alimentados.

Se sabe que estos polinizadores, al igual que mucha de la fauna social, defenderá su hogar de los intrusos. Ellos la mantienen fresca durante la temporada de calor usando sus alas como ventiladores.

Mariquita (i)

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A mucha gente le gustan las mariquitas por su color y sus puntos negros. Sin embargo, a los agricultores les gustan por su apetito. La mayoría de las mariquitas (hay unas 5.000 especies distintas) comen con voracidad insectos que se alimentan de plantas, como los pulgones, por lo que ayudan a proteger las cosechas. Las mariquitas dejan cientos de huevos en las colonias de pulgones y otros insectos parecidos. Cuando eclosionan, las larvas comienzan a alimentarse rápidamente. Hacia el final de su vida (entre tres y seis semanas) han podido consumir 5.000 pulgones.

Su colorido y sus puntos sirven para mantener alejados a los depredadores. Pueden segregar un fluido por las articulaciones de las patas de sabor muy desagradable. Su colorido puede servir de recordatorio para los animales que han tratado de comer mariquitas antes, parece decir “mi sabor es asqueroso”. Si una mariquita se siente amenazada puede hacerse la muerta y segregar esta desagradable sustancia para protegerse.

Podisus maculiventris.

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Conocido como  “chinche apestoso” , es un insecto originario de América.  El nombre de Chinche apestoso se debe al olor defensivo (bastante fétido) que desprende cuando son atacados.

Su vida media es de cinco o seis meses y en ese tiempo llegan a poner hasta quinientos huevos en tandas de dos o tres decenas sobre hojas y ramas. Se alimentan de otros insectos (orugas generalmente) a las que clavan un estilete con el que les inyectan veneno, tras lo cual las succionan (aughhhhh!!).

Varían en color desde el marrón al amarillo y moteado con puntos negros.

Mantis religiosa (ii)

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La mantis religiosa debe su nombre a sus prominentes patas delanteras, que están dobladas y juntas en un ángulo que recuerda a la posición de oración.

A pesar de su nombre, estos fascinantes insectos son unos fantásticos depredadores. Su cabeza triangular se alza en lo alto de un estirado cuello, que de hecho es un tórax alargado. Pueden girar la cabeza 180 grados para escudriñar los alrededores con sus dos grandes ojos compuestos y tres simples situados entre ellos.

La mantis, que suele ser verde o parda y se camufla muy bien entre las plantas de su hábitat, embosca o acecha pacientemente a sus presas. Usan sus patas delanteras para atrapar a su víctima con unos reflejos tan vertiginosos que resulta difícil verlo a simple vista.

Muy a su pesar, polillas, grillos, saltamontes, moscas y otros insectos suelen despertar el nada deseado interés de la mantis. Por otra parte, estos animales también se comen a los de su propia especie. El ejemplo más famoso de ello es la infame conducta amatoria de la hembra adulta, que en ocasiones se come a su pareja justo después del apareamiento.

Chrysoperla carnea

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En su estado adulto la crisopa se alimenta de secreciones de algunos insectos, néctar y polen. La larva es depredadora, sus hábitos alimenticios son amplios y puede devorar huevos, ninfas, larvas y adultos de pulgones, gusanos, ácaros, chinches, piojos, moscas, entre otros. Las larvas son excelentes caminadoras y detectan a sus presas por métodos químicos, físicos y visuales.

(i) National Geographic

(ii) National Geographic 

La leyenda de «Las Tres Hermanas»

De acuerdo con esta leyenda de los Iroqueses, pueblo nativo de América del Norte, el maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama), son tres hermanas inseparables que sólo crecen y se desarrollan exitosamente cuando están juntas. Esta tradición de plantar conjuntamente maíz, frijoles y calabaza (zapallo, auyama) en el mismo montículo de tierra, extendida entre las sociedades agrícolas de los nativos americanos, es un sistema sostenible y complejo que proporciona fertilidad al suelo a largo plazo y una dieta saludable a través de las generaciones.

El maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama) fueron algunos de los primeros cultivos importantes domesticados por las sociedades mesoamericanas antiguas. El maíz fue el cultivo principal, el cual proporcionaba más calorías o energía por hectárea que cualquier otro. De acuerdo a las leyendas de Las Tres Hermanas, el maíz debe crecer en asociación con otros cultivos en lugar de solo, ya que necesita la compañía benéfica de sus ayudantes.

Los Iroqueses creen que el maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama) son preciosos regalos del Gran Espíritu, cada uno de ellos cuidado por los espíritus de tres hermanas. Durante la siembra se realizan ceremonias en honor a ellas y un festival conmemora la cosecha de la primera mazorca de maíz. A través de la tradición oral, contando una y otra vez la leyenda y gracias a los rituales anuales que se siguen llevando a cabo, los nativos americanos han preservado el conocimiento, el uso y el legado de Las Tres Hermanas a través de las generaciones.

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Fuente: Amelia Hansen, Corvus Art

¿Cómo funciona la técnica?

El maíz proporciona un soporte natural para que la enredadera de los frijoles pueda trepar. Los frijoles fijan el nitrógeno en sus raíces, mejorando la fertilidad del terreno proporcionando nitrógeno al maíz que se plantará en el futuro. Las enredaderas del frijol también ayudan a estabilizar las plantas de maíz, haciéndolas menos vulnerables a que se caigan a causa del viento.

El enraizamiento superficial de las enredaderas de la calabaza funciona como un mulch viviente, proporcionando sombra e inhibiendo el crecimiento de la maleza y previniendo la pérdida de humedad por evaporación, aumentando de esta manera la oportunidad de supervivencia de los cultivos en años secos. Las espinas de la calabaza también ayudan a disuadir a los predadores de acercarse al maíz y a los frijoles. La gran cantidad de residuo vegetal de esta combinación de plantas puede ser incorporada de regreso al suelo al finalizar la cosecha con el fin de reforzar la materia orgánica y mejorar su estructura.

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Fuente: Mother Earth News

El maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama) también se complementan uno al otro nutricionalmente. El maíz proporciona carbohidratos, los frijoles secos son ricos en proteína, balanceando la carencia de amino ácidos encontrada en el maíz. Finalmente, la calabaza (zapallo, auyama) proporciona tanto vitaminas (en el fruto) como saludable y delicioso aceite a partir de sus semillas.

La leyenda

Muchas leyendas se han entretejido alrededor de «Las Tres Hermanas», las cuales varían de tribu en tribu. La siguiente versión ha sido transmitida oralmente por Lois Thomas de la Isla de Cornwall y recopilada por estudiantes del Centennial College, de la Universidad de Toronto en Canadá.

Las Tres Hermanas

Hace mucho tiempo, tres hermanas vivían juntas en el campo. Estas hermanas eran muy diferentes una de la otra, tanto en su estatura como en la forma en la que se presentaban y se movían.

La más pequeña era tan joven y redonda que solo podía trepar y estaba vestida de verde.

La segunda hermana llevaba un vestido amarillo brillante. Ella tenía una forma muy particular de moverse cuando el sol brillaba y el viento suave soplaba en su rostro.

La tercera era la hermana mayor, permanecía siempre muy derecha y elevada por sobre las demás hermanas, cuidándolas y previniéndolas de cualquier peligro. Ella llevaba una manta verde pálido y tenía el cabello largo, de color amarillo, el cual ondeaba en la brisa.

Sólo había una cosa en la que las tres hermanas se parecían, sin embargo. Ellas se amaban muchísimo, y siempre permanecían juntas. Esto las hacía muy fuertes.

Un día un pájaro extraño vino al campo: un cuervo. Él hablaba con los caballos y otros animales y esto capturó la atención de las hermanas. Más tarde, ese verano, la hermana más pequeña y joven desapareció. Sus hermanas se entristecieron.

De nuevo el cuervo regresó al campo para recolectar juncos a la orilla del río. Las hermanas que aún permanecían juntas, observaron su rastro cuando él se marchó y esa noche la segunda hermana, la del vestido amarillo, también desapareció.

Ahora, la hermana mayor era la única que quedaba. Ella continuaba erguida en el campo. Cuando el cuervo vio cuánto extrañaba a sus hermanas, las trajo de regreso y ellas volvieron a ser fuertes de nuevo.

Si deseas poner en práctica esta técnica te recomiendo que revises este enlace (en inglés) del cual he extraído la mayor parte del contenido de esta entrada: Instrucciones para plantar tu propio jardín Tres Hermanas.

El Calendario Biodinámico.

La agricultura biodinámica es un método de agricultura ecológica basado en las teorías de Rudolf Steiner, un importante filósofo, educador y escritor austriaco. Este concepto se menciona por primera vez durante el ciclo de conferencias dictadas en 1924 por Steiner a un grupo de agricultores preocupados por la baja calidad de los productos de sus granjas, el aumento de plagas y enfermedades y otros graves problemas a los que se enfrentaban.

Según este concepto,  las granjas son consideradas como organismos individuales, vivos y dinámicos, sostenibles y ecológicamente estables, biológicamente completos y equilibrados. Hace hincapié en su desarrollo integral y la interrelación de suelos, plantas y animales como un sistema de auto-nutrición sin intervención externa en la medida de lo posible. Los fertilizantes artificiales y pesticidas y herbicidas tóxicos son estrictamente evitados.

A diferencia de un ecosistema natural, no intervenido por el hombre, la persona que gestiona la granja imprime en ella su huella particular, de ahí la singularidad de cada finca. Combinando el pensar práctico y una actividad consciente meditativa, el gestor se “comunica” con las cualidades y potencialidades del lugar, surgiendo, finalmente, un paisaje equilibrado entre estática y dinámica, entre forma y caos, entre cultura y naturaleza.

La agricultura biodinámica se diferencia de otros tipos de agricultura ecológica en el uso de preparados vegetales y minerales y de un calendario de siembra basado en el movimiento de la luna y los planetas.

El Calendario Biodinámico.

Así como ha venido haciendo el hombre desde tiempos inmemoriales, el agricultor biodinámico está pendiente de los diferentes fenómenos astronómicos que acontecen a lo largo del año y los meses, los ritmos de la luna, el sol, los planetas y sus distintas posiciones respecto a las estrellas los cuales influyen en los ciclos de la naturaleza y en particular sobre el reino vegetal.

Basándose en sus propias investigaciones, la alemana María Thun comenzó a publicar en 1962  el “Calendario de Siembras de Agricultura Biodinámica” (puedes revisar información resumida de este calendario para el año 2015 si pinchas aquí) el cual utilizan miles de personas en el mundo, seguidoras de este sistema de cultivo. Confieso que me parece algo complicado, particularmente si nos estamos iniciando en la horticultura, pero nunca está de más conocer técnicas que puedan ayudar a mejorar nuestra producción. Thun publicó un libro en el que explica los fundamentos que le permitieron elaborar el calendario. Existe una versión en español (“Constelaciones y Agricultura Biológico-Dinámica”, traducida del original en alemán) que puedes consultar en este enlace.

También encontré una tesis bastante interesante realizada por un estudiante de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Cuenca en Ecuador sobre la Influencia de la Luna en la Agricultura, la cual incluye una breve revisión de algunos calendarios precolombinos, las hipótesis sobre el origen de la luna, las fases lunares, su efecto sobre la producción de semillas y sobre el cultivo de cítricos, café o caña de azúcar, entre otros.

Lo cierto es que, a pesar de que existe una gran cantidad de detractores de este método, calificándolo de pseudociencia y charlatanería, no podemos dejar de reconocer que la Luna ejerce un efecto importante y más que evidente sobre la vida en nuestro planeta (las mareas son uno de ellos). Entonces, ¿por qué no utilizar este conocimiento para obtener productos de mejor calidad, que no solo nutran nuestros cuerpos sino también nuestros espíritus? Los Vinos Biodinámicos, por ejemplo. Para saber de qué se trata, visita la página de estas bodegas de vino argentinas. 

Abonos Orgánicos.

Los abonos orgánicos son productos cuya función principal es aportar nutrientes para las plantas y mejorar la estructura del suelo. Son materiales cuya eficacia para mejorar la fertilidad y la productividad de los suelos ha sido demostrada.  Se obtienen a partir de la descomposición de restos de origen orgánico (animal o vegetal).

Para poder ser absorbidos por las plantas, los abonos orgánicos necesitan ser transformados. Son abonos orgánicos el estiércol de ganado, el mantillo, los compost rurales y urbanos, el humus, el guano, los residuos de cultivos, etc.

El estiércol es un material orgánico empleado para fertilizar la tierra, obtenido a partir de excrementos de animales. Está compuesto generalmente por heces y orina de animales domésticos. Los más utilizados son los de ganado vacuno, ovino, caballo y gallinas.  Puede presentarse mezclado con material vegetal como paja, heno o material de cama de los animales. Aunque el estiércol es rico en nitrógeno, fósforo y potasio, comparado con los fertilizantes sintéticos sus contenidos son menores y se encuentran en forma orgánica. Puede aplicarse en mayor cantidad para alcanzar las cantidades que necesita el cultivo, pero en general, el nitrógeno es menos estable y está disponible por menos tiempo en el suelo. Es rico en materia orgánica, por lo que aumenta la fertilidad del suelo y mejora su capacidad de absorción y retención de agua.

El compost es un abono obtenido a partir de restos orgánicos que se descomponen de forma aeróbica (con alta presencia de oxígeno). Tiene bajo contenido en nutrientes pero mejora la estructura del terreno.

El humus es materia orgánica descompuesta, amorfa y de color marrón oscuro de los suelos, que ha perdido todo indicio de la estructura y la composición de la materia vegetal y animal a partir de la que se originó. Por tanto, el término humus se refiere a cualquier materia orgánica que ha alcanzado la estabilidad y que se utiliza en la agricultura para enmendar el suelo. Es pobre en nutrientes pero tiene propiedades biológicas beneficiosas para el terreno ya que mejora su estructura y activa los microorganismos del suelo. El producto de la lombriz suele llamarse equivocadamente humus, cuando en realidad debe llamarse vermicompost.

El mantillo, acolchado orgánico o “mulch”, es una capa de materia orgánica que se extiende sobre la superficie del suelo alrededor de la planta; este material se va descomponiendo con el correr del tiempo, funcionando como abono orgánico. Se puede utilizar con este propósito la corteza de árboles, compost, restos de césped, hojas, heno, paja, desechos de la cocina, aserrín, cáscaras, astillas de madera, estiércol, etc.

Adicionalmente puede ser que alguna vez escuches sobre los “abonos verdes”: son plantas cultivadas que se incorporan generalmente durante el período de floración, con el fin de realizar una mejora agronómica. Se sitúan entre dos cultivos principales y su función principal es complementar la nutrición de los cultivos a través de la fijación de nitrógeno libre o haciendo disponibles nutrientes que de otra manera serían inaccesibles o se perderían. Es el caso de las leguminosas (guisantes, habas, garbanzos, lentejas) las cuales son capaces de fijar el nitrógeno desde el aire. Algunas plantas de raíz profunda utilizadas como abono verde bombean los nutrientes desde capas profundas del suelo hasta la superficie. Además, disminuyen o anulan la erosión y ayudan a controlar el crecimiento de hierbas y la presencia de plagas y enfermedades.

El sustrato como medio de cultivo. Segunda Parte.

A la hora de comprar el sustrato que vamos a utilizar en nuestro huerto, debemos fijarnos detenidamente en la etiqueta. No te asustes si parece que estuvieras leyendo jeroglíficos. En esta entrada hablaremos un poco sobre algunas de las características de los sustratos que nos permitirán decidir cuál de ellos es el que nos va mejor.

Lamentablemente nuestros países tienen un fuerte rezago en cuanto al desarrollo de normativa sobre sustratos de cultivo por lo que es difícil encontrar en el mercado productos que brinden en la etiqueta suficiente información. Algunos son empacados de manera rudimentaria en bolsas plásticas y no tenemos ni la menor idea de lo que estamos comprando. Tarea pendiente para nuestros legisladores.

La normativa europea UNE-EN sobre caracterización de los sustratos de cultivo y mejoradores del suelo nos ayuda, sin embargo, a establecer criterios de elección. En ella se especifican detalladamente las propiedades físicas y químicas de los sustratos de cultivo y la metodología para evaluarlas.  Ya que cada hortaliza tiene unos requerimientos y sistemas de manejo muy concretos (como el riego, por ejemplo)  deberíamos recurrir a fabricantes que aporten la mayor información posible sobre los productos empleados en la elaboración de los sustratos.

Propiedades físicas de los sustratos de cultivo.

  1. Porosidad: es el volumen total del medio no ocupado por las partículas sólidas. Estará ocupado, por tanto, por aire y agua en una cierta proporción. El sustrato ideal debe tener una elevada porosidad, con un adecuado equilibrio en el tamaño de los poros, lo cual brinda una apropiada aireación y capacidad de retención de líquido.
  2. Densidad aparente: espacio total ocupado por los componentes sólidos sumado al volumen o espacio poroso. Nos indica la facilidad de transporte (ligereza del producto) y el manejo del sustrato, por lo que se prefiere que sus valores sean bajos.
  3. Estructura: se prefiere que el sustrato sea estable a fin de evitar que se deforme al contraerse o dilatarse frente a los cambios de humedad (lo cual comprometería la aireación de las raíces) o se deseque. Este problema guarda relación con la afinidad de la fase sólida del sustrato por el agua, por lo que se deben evitar sustratos que rechazan el agua cuando están secos.
  4. Distribución del tamaño de partículas (granulometría): tamaño de los gránulos o fibras. Es muy importante que el material mantenga cierta homogeneidad y evitar que los rangos de partículas sean muy dispares (debe tener una distribución adecuada). Esto acarrea una reducción del espacio poroso por reordenación de las partículas más finas entre las gruesas y con el tiempo provoca retenciones excesivas de agua y falta de oxígeno en las raíces. A mayor granulometría, aumenta el tamaño del poro y varía su comportamiento hídrico y su densidad aparente. Un buen sustrato tiene partículas de diferente tamaño. Esto permite que penetren fácilmente el aire y el agua.

Propiedades químicas de los sustratos de cultivo.

  1. Reactividad química. Normalmente se prefieren sustratos inertes frente a los químicamente activos, lo cual traería como consecuencia un aporte extra de sustancias químicas a la solución nutritiva, algunas de ellas tóxicas, en cuyo caso habría que descartar el sustrato, o beneficiosas, pero sin garantía de continuidad al agotarse con el tiempo. Los procesos químicos también modifican la estructura del sustrato.
  2. pH: los requerimientos de la planta y la disponibilidad de algunos nutrientes marcan la necesidad de un pH adecuado en el medio de cultivo, siempre con una tendencia mayoritaria a valores ligeramente ácidos, entre 5,5 y 6,6.
  3. Conductividad eléctrica: índice directo del contenido en sales de los sustratos. Los valores máximos deben situarse por debajo de 1,0 dS/m, para no comprometer el cultivo por exceso de sales.
  4. Elementos solubles: permite estimar la disponibilidad de elementos solubles para el cultivo. Se deben expresar en mg de elemento por litro de sustrato. Se suele analizar el contenido de nitrógeno (amonio y nitratos), fosfatos, potasio, calcio y magnesio; en el caso de conductividades elevadas, también sodio y cloruros. Cada planta tiene unos requerimientos específicos.
  5. Materia orgánica: puede informar del origen de los materiales y del carácter orgánico o mineral del sustrato.
  6. Nitrógeno total: indica la reserva de este nutriente y a través de la relación C/N revela el grado de estabilización de los materiales sometidos al proceso de compostaje (su óptimo se encuentra entre 10 y 20).

Propiedades biológicas de los sustratos de cultivo.

  1. Actividad biológica. Cualquier actividad biológica es perjudicial. Los microorganismos compiten con la raíz por oxígeno y nutrientes, degradando el sustrato y empeorando sus características físicas de partida.
  2. Velocidad de descomposición. Es importante que el sustrato sea estable biológicamente, es decir, que sea resistente a la biodegradación de sus componentes orgánicos. Si se emplean subproductos orgánicos sometidos a un proceso de compostaje incompleto, el sustrato puede llegar a sufrir una pérdida de volumen  disminuyendo su porosidad y contenido de aire.

Te invito a que leas el artículo completo de los profesores Masaguer y López-Cuadrado del Dpto. de Edafología de la Universidad Politécnica de Madrid en el cual me he basado para escribir esta entrada.

El sustrato como medio de cultivo. Primera parte.

La elección del material sobre el cual van a crecer nuestras hortalizas es uno de los pasos más importantes en la planificación del huerto urbano, razón por la cual nos detendremos un poco más en este tema.

El agricultor tradicional utiliza el suelo o lo que comúnmente denominados «tierra» para cultivar. Lamentablemente, el uso intensivo de este importante recurso está conduciendo a su agotamiento. De allí que en los últimos años los científicos del suelo se hayan puesto a trabajar en el desarrollo de diferentes tipos de técnicas de cultivo sin suelo, con el fin de mejorar los rendimientos y poder utilizar de forma más eficiente los recursos disponibles. Una de ellas es el uso de sustratos como medio de cultivo.

Sustrato agrícola: todo material sólido distinto del suelo, natural o sintético, mineral u orgánico, de forma pura o mezclado, que, colocado en un contenedor,cumple la  función principal de servir como medio de crecimiento y desarrollo de las plantas, permitiendo su anclaje y soporte a través de las raíces, favoreciendo el suministro de agua, nutrientes y oxígeno.

El cultivo de plantas en sustrato difiere marcadamente del cultivo de plantas en suelo. Así, cuando se usan contenedores, el volumen del medio de cultivo, del cual la planta debe absorber el agua, oxígeno y elementos nutritivos, es limitado y significativamente menor que el volumen disponible para las plantas que crecen en campo abierto.

En la actualidad existe una gran cantidad de materiales que pueden ser utilizados para la elaboración de sustratos, y su elección dependerá de la especie vegetal a propagar, época, sistema de propagación, precio, disponibilidad y características propias del sustrato.

Ya que nosotros vamos a cultivar nuestras hortalizas en recipientes (mesas de cultivo, macetas, etc.), utilizaremos sustrato como medio de cultivo. Recordando que nos hemos comprometido a llevar a cabo métodos agrícolas respetuosos con el medio ambiente, trataremos en lo posible de adquirir un sustrato orgánico, compatible con nuestros principios.

Hay una gran variedad de marcas comerciales en el mercado. Lo cierto es que no todos los sustratos sirven para cualquier tipo de planta;  a pesar de que podamos encontrar los que se denominan «sustrato universal», es mejor utilizar aquellos sustratos preparados pensando en un tipo de planta en particular, ya que cada especie tiene requerimientos específicos (por ejemplo, hay una variedad de plantas que requieren un pH específico en el sustrato o las especies terrestres, que necesitan mayor disponibilidad de agua, por lo que el sustrato debe tener una porosidad diferente, etc.).

Al adquirir la bolsa de sustrato quizás te llame la atención que el contenido venga en litros. Esto es así, para facilitarnos el saber cuánta cantidad comprar en base al tipo y número de recipientes en donde sembraremos nuestras hortalizas. Esta medida nos indica la capacidad en litros de las macetas y mesas de cultivo que utilizaremos. Para saber cuánto es esto, necesitaremos estimar el volumen de nuestros recipientes, midiéndolos y realizando una cuenta sencilla dependiendo de si es una caja rectangular, cuadrada, o si es una maceta (forma cónica).

 

Cultivando en armonía con los procesos naturales.

Poco a poco hemos venido juntando las piezas que nos permitirán convertirnos en los mejores horticultores urbanos.  Sin embargo, antes de tratar asuntos más prácticos, me gustaría tocar este tema que considero, es fundamental.

Aunque nosotros no pretendamos construir un huerto a gran escala, ni convertirnos en empresarios agrícolas, es importante recordar que en las últimas décadas ha cambiado de forma significativa, aunque quizás no en la extensión en la que debería, la forma en que se producen muchos de los alimentos que consumimos.

Los consumidores se han venido mostrando cada vez más escépticos acerca de la seguridad y calidad de los alimentos producidos utilizando los métodos empleados por la agricultura industrial, además de manifestar la sociedad una creciente preocupación por la conservación del medio ambiente.

De allí que, a partir de la década de 1940 comenzara a tomar forma un movimiento llamado “agricultura orgánica”. Albert Howard, botánico inglés, principal gestor de la agricultura ecológica moderna, autor de “An Agricultural Testament”, un clásico de los textos de agricultura ecológica y  Eve Balfour, primera mujer agrónoma del Reino Unido, quien escribió el libro “The Living Soil”, texto base del movimiento emergente de agricultura orgánica, lograron divulgar sus conocimientos a través de la Soil Association, inspirando a muchos agricultores y científicos del mundo, los cuales promovieron el movimiento ecologista a nivel internacional, incluyendo a   J. I. Rodale, fundador del Rodale Research Institute en Estados Unidos.

Según la IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica),  la agricultura orgánica es:

“un sistema de producción que mantiene y mejora la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas. Se basa fundamentalmente en los procesos ecológicos, la biodiversidad y los ciclos adaptados a las condiciones locales, sin usar insumos que tengan efectos adversos. La agricultura orgánica combina tradición, innovación y ciencia para favorecer el medio ambiente que compartimos y promover relaciones justas y una buena calidad de vida para todos los que participan en ella”.

Adicionalmente, la FAO define a la agricultura orgánica como

“aquella forma de producir alimentos que respeta los ciclos de vida natural y el medio ambiente, desde las etapas de producción hasta las de manipulación y procesamiento, minimizando el impacto humano sobre el medio ambiente”.

La agricultura orgánica es, por tanto, un sistema holístico de gestión de la producción que fomenta y mejora la salud del agroecosistema, y en particular la biodiversidad, los ciclos biológicos, y la actividad biológica del suelo. Hace hincapié en el empleo de prácticas de gestión prefiriéndolas respecto al empleo de insumos externos a la finca, teniendo en cuenta que las condiciones regionales requerirán sistemas adaptados localmente. Esto se consigue empleando, siempre que sea posible, métodos culturales, biológicos y mecánicos, en contraposición al uso de materiales sintéticos, para cumplir cada función específica dentro del sistema.

Los principios de la agricultura orgánica están en consonancia con los de la agricultura biodinámica iniciada por Rudolf Steiner en 1924, en la que la granja es vista como un organismo autocontenido, en estado de evolución, que utiliza insumos externos en cantidades mínimas: se usan preparados biodinámicos y entre los requisitos se incluyen, la armonía del cultivo con los ritmos cósmicos, comercio justo y la promoción de asociaciones económicas entre productores, procesadores, comerciantes y consumidores.

De igual forma, la permacultura, ciencia interdisciplinaria de la tierra, cuyos principios fueron desarrollados por Bill Mollison en la década de 1970, comparte su enfoque con la agricultura orgánica.  La permacultura es un sistema de diseño del paisaje y la sociedad que trabaja para conservar la energía en la granja (por ejemplo, el combustible obtenido de las cosechas, la leña, las calorías de los alimentos) o para generar más energía que la que consume. El cuidado de las asociaciones naturales (incluidas las zonas salvajes), la rehabilitación de las tierras degradadas y la independencia local son ejes de la permacultura.

Podríamos por tanto, resumir los principios de la agricultura orgánica como sigue:

  • Los cultivos son sometidos a rotación por lo que los recursos locales son utilizados de forma eficiente. Se mantiene la fertilidad del suelo a largo plazo.
  • Los pesticidas químicos, fertilizantes sintéticos, antibióticos y otras sustancias, están severamente restringidos. Se promueve un uso saludable del suelo, el agua y el aire, y se reducen al mínimo todas las formas de contaminación de estos elementos que puedan resultar de las prácticas agrícolas.
  • Los organismos genéticamente modificados están prohibidos.
  • Los recursos locales son aprovechados, como por ejemplo, el estiércol de los animales como fertilizante. Se reutilizan los desechos de origen vegetal y animal a fin de devolver nutrientes a la tierra, reduciendo al mínimo el empleo de recursos no renovables.
  • Son utilizados plantas y animales resistentes a las enfermedades, adaptados al medio ambiente local. Se incrementa la actividad biológica del suelo y la diversidad biológica del sistema en su conjunto.

Aunque nuestra huerta se limite a un espacio muy pequeño, aplicar estos principios en ella, será nuestro aporte en la construcción de un mundo mejor y más sostenible.

La información suministrada en esta entrada ha sido extraída de varios documentos oficiales que recomendamos revisar al lector interesado:

Agricultura Orgánica,  Ambiente y Seguridad Alimentaria, editado por el Departamento de Desarrollo Sostenible de la FAO.

Codex alimentarius: directivas para la producción, procesamiento, etiquetado y comercialización de los alimentos producidos orgánicamente.

Definición y Principios de la Agricultura Orgánica. IFOAM.