Compostaje Urbano

El compostaje es un proceso controlado de descomposición de materiales orgánicos biodegradables el cual es llevado a cabo por los numerosos habitantes del suelo entre los cuales se encuentran bacterias, hongos y lombrices. Estos trabajadores necesitan un aporte de oxígeno constante, por lo que no debes preocuparte por la posibilidad de que se desprendan malos olores. El resultado es un producto de alta calidad que puede ser utilizado como fertilizante y regenerador del suelo: el compost.

¿Por qué hacer compostaje?
1.- Porque se minimizan los problemas ambientales que generan el transporte y tratamiento de los residuos orgánicos.
2.- Porque obtenemos un producto natural, sin sustancias contaminantes que mejora la estructura del suelo además de aumentar la cantidad de materia orgánica y otros nutrientes.

El compostaje doméstico puede hacerse de diferentes formas:
• En una pila de restos orgánicos.
• En compostadores de fabricación casera.
• En compostadores disponibles en el mercado.

Los compostadores no deben tener base, ya que los organismos que van a realizar el proceso viven en el suelo y no puede existir ninguna barrera que impida su paso hacia los materiales que serán degradados, por tanto, deben colocarse sobre suelo, nunca sobre enlosado o cemento. Además, debe estar cubierto a fin de proteger el montón de la lluvia y conservar las condiciones adecuadas de temperatura y humedad y, si es posible, en un lugar sombreado para evitar que se deseque durante los meses de calor. A los lados, deben tener aberturas que permitan ventilar el interior y ya que necesitaremos espacio para abrirlo, voltear los materiales o sacar el compost, debe ser de fácil acceso.

Una vez decidido el lugar, instalaremos el compostador y lo iremos rellenando de materia orgánica.

* Se colocará en la base del compostador una fina capa de material seco que evite que los materiales se compacten.
* Encima de esta primera capa iremos echando una mezcla de materiales secos y verdes, en una proporción de una parte de seco por cada dos de verde.
* Los materiales deben cortarse o triturarse hasta alcanzar un tamaño de entre cinco y diez centímetros, a fin de facilitar el proceso de descomposición.
* Con cada nuevo aporte el montón debe ser removido.
* Cuando observemos que la parte inferior del montón tiene un color oscuro y un agradable olor a tierra de bosque, ya podemos retirar el compost. Lo que no pueda pasar por el tamiz, será añadido al compostador de nuevo para terminar de degradarse.

Materiales para compostar.

1.- Materiales secos: están compuestos por una alta proporción de carbono. Restos de poda, paja, serrín, cartón y papel, hojas secas, césped marchito, cáscaras de huevo, pelo y plumas, hilos naturales, etc.
2.- Materiales verdes: tienen un mayor contenido de nitrógeno y agua. Restos de frutas y verduras, restos verdes de jardín y del huerto, césped, restos de la cafetera y de las infusiones, estiércol, etc.

Hay una serie de materiales que NO deben ser compostados:
• Los materiales no orgánicos.
• Restos de comida cocinada.
• Lácteos.
• Medicamentos.
• Papeles impresos con tintas de color o plastificados.
• Productos químicos.
• Excrementos de animales carnívoros (perros, gatos)
• Pañales desechables.

Hay que tener cuidado con:
Césped: por su alto contenido en agua, puede compactarse y provocar una fermentación anaerobia, produciendo malos olores. Debe extenderse previamente al aire libre para que pierda humedad o añadirse al compostador en capas muy finas o mezclado con material seco, removiendo frecuentemente.
Coníferas: como los cipreses o pinos, ya que tienen un pH ácido y alto contenido de resina lo cual retarda o incluso detiene el proceso de compostaje. Deben ir bien triturados y mezclados con abundantes restos verdes.
Cítricos: las pieles o cortezas de naranjas y limones tienen un pH muy ácido, lo cual puede hacer más lento el proceso. Pueden añadirse, bien picaditos y mezclados con otros restos verdes.

Fases del proceso de compostaje.
1.- Fase de latencia: desde que aportamos los restos hasta que alcanzan una temperatura de unos 40°C. La pila se va poblando de bacterias que empiezan a descomponer los restos orgánicos. Dura de unas pocas horas a varios días.
2.- Fase termófila: la actividad microbiana comienza a generar calor y la temperatura aumenta hasta llegar a los 60-70°C. Esta temperatura higieniza el medio, eliminando larvas, patógenos y esterilizando las semillas. Los materiales pierden su aspecto original, observándose una disminución importante del volumen del montón, lo cual permite realizar nuevos aportes.
3.- Fase de maduración: el montón alcanza la temperatura ambiente. Principalmente los organismos que actúan son lombrices y cochinillas los cuales se encargan de terminar la descomposición para obtener finalmente el compost maduro, de textura granular, color oscuro y olor a tierra de bosque.

Pueden presentarse algunos problemillas de fácil solución:
.- El montón está seco: se humedece muy bien y se voltea para distribuir la humedad y se añaden restos verdes.
.- El montón está muy húmedo: se añaden restos secos y se mezclan bien.
.- Aparecen malos olores por falta de oxígeno, exceso de humedad o falta de ventilación. Se voltea el contenido entero añadiendo restos secos que absorban la humedad.
.- La temperatura no sube: probablemente porque la mezcla que hemos aportado no es la adecuada o la temperatura exterior es muy baja. Se añaden restos verdes y se voltea el montón hasta que se active el proceso nuevamente.
.- Aparecen moscas: se deben mezclar muy bien los materiales nuevos con el resto y no dejarlos sin cubrir.

La información suministrada en la presente entrada ha sido tomada del Manual Básico de Compostaje y Vermicompostaje Doméstico elaborado por la Red Estatal de Entidades por el Compostaje Doméstico y Comunitario de España.

Abonos Orgánicos.

Los abonos orgánicos son productos cuya función principal es aportar nutrientes para las plantas y mejorar la estructura del suelo. Son materiales cuya eficacia para mejorar la fertilidad y la productividad de los suelos ha sido demostrada.  Se obtienen a partir de la descomposición de restos de origen orgánico (animal o vegetal).

Para poder ser absorbidos por las plantas, los abonos orgánicos necesitan ser transformados. Son abonos orgánicos el estiércol de ganado, el mantillo, los compost rurales y urbanos, el humus, el guano, los residuos de cultivos, etc.

El estiércol es un material orgánico empleado para fertilizar la tierra, obtenido a partir de excrementos de animales. Está compuesto generalmente por heces y orina de animales domésticos. Los más utilizados son los de ganado vacuno, ovino, caballo y gallinas.  Puede presentarse mezclado con material vegetal como paja, heno o material de cama de los animales. Aunque el estiércol es rico en nitrógeno, fósforo y potasio, comparado con los fertilizantes sintéticos sus contenidos son menores y se encuentran en forma orgánica. Puede aplicarse en mayor cantidad para alcanzar las cantidades que necesita el cultivo, pero en general, el nitrógeno es menos estable y está disponible por menos tiempo en el suelo. Es rico en materia orgánica, por lo que aumenta la fertilidad del suelo y mejora su capacidad de absorción y retención de agua.

El compost es un abono obtenido a partir de restos orgánicos que se descomponen de forma aeróbica (con alta presencia de oxígeno). Tiene bajo contenido en nutrientes pero mejora la estructura del terreno.

El humus es materia orgánica descompuesta, amorfa y de color marrón oscuro de los suelos, que ha perdido todo indicio de la estructura y la composición de la materia vegetal y animal a partir de la que se originó. Por tanto, el término humus se refiere a cualquier materia orgánica que ha alcanzado la estabilidad y que se utiliza en la agricultura para enmendar el suelo. Es pobre en nutrientes pero tiene propiedades biológicas beneficiosas para el terreno ya que mejora su estructura y activa los microorganismos del suelo. El producto de la lombriz suele llamarse equivocadamente humus, cuando en realidad debe llamarse vermicompost.

El mantillo, acolchado orgánico o “mulch”, es una capa de materia orgánica que se extiende sobre la superficie del suelo alrededor de la planta; este material se va descomponiendo con el correr del tiempo, funcionando como abono orgánico. Se puede utilizar con este propósito la corteza de árboles, compost, restos de césped, hojas, heno, paja, desechos de la cocina, aserrín, cáscaras, astillas de madera, estiércol, etc.

Adicionalmente puede ser que alguna vez escuches sobre los “abonos verdes”: son plantas cultivadas que se incorporan generalmente durante el período de floración, con el fin de realizar una mejora agronómica. Se sitúan entre dos cultivos principales y su función principal es complementar la nutrición de los cultivos a través de la fijación de nitrógeno libre o haciendo disponibles nutrientes que de otra manera serían inaccesibles o se perderían. Es el caso de las leguminosas (guisantes, habas, garbanzos, lentejas) las cuales son capaces de fijar el nitrógeno desde el aire. Algunas plantas de raíz profunda utilizadas como abono verde bombean los nutrientes desde capas profundas del suelo hasta la superficie. Además, disminuyen o anulan la erosión y ayudan a controlar el crecimiento de hierbas y la presencia de plagas y enfermedades.

Los nutrientes que nuestras hortalizas necesitan.

Las plantas toman los nutrientes que necesitan del aire y del suelo. Si el suministro de nutrientes en el suelo es amplio, los cultivos probablemente crecerán mejor y producirán mayores rendimientos. Sin embargo, si solo uno de los nutrientes necesarios llegara a escasear, el crecimiento de las plantas se limitaría y los rendimientos de los cultivos se verían reducidos.

Dieciséis elementos son esenciales para el crecimiento de una gran mayoría de plantas.

  1. El aire proporciona carbono (C) como CO2 (dióxido de carbono);
  2. El agua provee de hidrógeno (H) y oxígeno (O) como H2O (agua);
  3. En el suelo, los fertilizantes y el abono orgánico son la fuente de:

nitrógeno (N) – las plantas leguminosas obtienen el nitrógeno del aire con la ayuda de bacterias que viven en los nódulos de las raíces (Rhizobium / Fijación Biológica de N / Abono Verde / Mycorrhizae) –

fósforo (P), potasio (K), calcio (Ca), magnesio (Mg), azufre (S), hierro (Fe), manganeso (Mn), zinc (Zn), cobre (Cu), boro (B), molibdeno (Mo) y cloro (Cl).

En el suelo, el medio de transporte de los nutrientes es la solución del suelo.

Los nutrientes pueden clasificarse en dos categorías:

  1. Macronutrientes. Se necesitan en grandes cantidades. Los suelos pueden llegar a ser naturalmente pobres en nutrientes o deficientes debido a la extracción de los nutrientes por los cultivos a lo largo de los años o cuando se utilizan variedades de rendimientos altos, muy demandantes.
  • Nutrientes primarios. Nitrógeno, fósforo y potasio.
    • Nitrógeno (N). Motor del crecimiento de la planta. Es absorbido del suelo bajo forma de nitrato o amonio. En la planta contribuye a la formación de aminoácidos y proteínas, y por ende, a los procesos principales de desarrollo de las plantas.
    • Fósforo (P). Juega un papel importante en la transferencia de energía. Esencial para la fotosíntesis y otros procesos químico-fisiológicos. Indispensable para la diferenciación de las células y para el desarrollo de los tejidos que forman los puntos de crecimiento de la planta. El fósforo es deficiente en la mayoría de los suelos naturales o agrícolas donde la fijación limita su disponibilidad.
    • Potasio (K). Activa más de 60 enzimas (sustancias químicas que regulan la vida). Juega un papel vital en la síntesis de carbohidratos y de proteínas. Mejora el régimen hídrico de la planta y aumenta su tolerancia a la sequía, las heladas y la salinidad. Las plantas bien provistas con K sufren menos enfermedades.
  • Nutrientes secundarios. Magnesio, azufre y calcio.
    • Magnesio (Mg). Constituyente central de la clorofila, el pigmento verde de las hojas que funciona como receptor de la energía que proviene del sol; se incluye en las reacciones enzimáticas relacionadas con la transferencia de energía de la planta.
    • Azufre (S). Constituyente esencial de proteínas, está involucrado en la formación de la clorofila.
    • Calcio (Ca). Esencial para el crecimiento de las raíces es un constituyente del tejido celular de las membranas. Usualmente, el encalado o aplicación de calcio en el suelo, tiene por objetivo reducir la acidez del suelo antes que equilibrar un déficit de este elemento, el cual se encuentra presente de forma suficiente en la mayoría de los suelos.
  1. Micronutrientes o microelementos. Son requeridos sólo en cantidades ínfimas para el crecimiento correcto de las plantas. Son agregados en cantidades muy pequeñas cuando no pueden ser provistos por el suelo. Estos son:

Hierro (Fe), manganeso (Mn), zinc (Zn), cobre (Cu), molibdeno (Mo), cloro (Cl) y boro (B). Son parte de sustancias clave en el crecimiento de la planta, y muchas veces son comparados con las vitaminas en la nutrición humana. Son absorbidos en cantidades minúsculas y su rango de provisión óptima es muy pequeño. Su disponibilidad para las plantas depende principalmente del pH del suelo.

Algunos nutrientes benéficos importantes para algunas plantas son el sodio (Na) y el silicio (Si). El cobalto (Co) es importante en el proceso de fijación de N de las leguminosas.

Es importante notar que todos los nutrientes, ya sea que se necesiten en pequeñas o grandes cantidades, cumplen una función específica en el crecimiento de la planta y en la producción alimentaria y que un nutriente no puede ser sustituido por otro.

Fuente: Los fertilizantes y su uso (FAO).

Abonar, fertilizar…¿cuál es la diferencia?

Ahora que ya hemos elegido el sustrato debemos procurar que nuestras hortalizas se alimenten adecuadamente. Para ello contamos con una gran variedad de productos en el comercio.

Basándonos en nuestro propósito de llevar a cabo una práctica agrícola lo más respetuosa posible con el medio ambiente y en los principios de la agricultura orgánica, decidir cuál producto utilizar, abonos orgánicos o fertilizantes industrialmente fabricados, debería ser muy fácil de tomar. Pero no es tan sencillo. Veamos por qué.

Abonos y fertilizantes comparten cometido. Aunque se tiende a pensar que son productos diferentes, sus funciones son similares. Ambos consiguen el mismo efecto: favorecer el crecimiento y la nutrición del suelo y de las plantas.

Abonar es una actividad esencial para asegurar la calidad del suelo y mejorar el desarrollo de árboles y plantas. En el momento de escoger qué tipo de productos usar, surgen dudas entre los abonos y los fertilizantes. En ocasiones, se considera que los primeros mejoran el sustrato, mientras que los segundos hacen lo propio con las plantas. En realidad, ambos optimizan y nutren tanto el suelo como los vegetales. El único matiz posible es que los abonos tienen un principio activo orgánico que, en el caso del fertilizante, es artificial.

Entre los productos de composición orgánica destacan el estiércol, el compost y el mantillo, que a su vez se clasifican por su origen animal o vegetal. Su aspecto es muy similar al sustrato y se aplican de forma directa sobre el terreno. Los compuestos químicos minerales se solubilizan en el suelo, en contacto con el agua, y se absorben por las raíces de las plantas.

Los abonos y fertilizantes se comercializan en formulaciones líquidas y sólidas. Los líquidos se incorporan al agua de riego, en las dosis indicadas por el fabricante, y se aplican de forma periódica. Una modalidad de fertilizante líquido son las pipetas, apropiadas para el abono de plantas. Se insertan en las macetas y el preparado cae gota a gota durante un periodo de tiempo determinado. Los polvos solubles de diferentes tamaños y el granulado hidrosoluble- que se disuelve con el agua de riego al cabo de unos días- son los principales compuestos sólidos.

Antes de pensar en la aplicación de los fertilizantes, todas las fuentes disponibles de  nutrientes deberían ser utilizadas, por ejemplo excrementos de vaca, de cerdos, de pollos, desperdicios vegetales, paja y otros materiales orgánicos. Sin embargo, éstos deben ser convertidos en abono y descomponerse antes de ser aplicados en el suelo. El abono orgánico es muy valioso porque mejora la estructura del suelo, reduce la erosión del mismo, tiene un efecto regulador en la temperatura del suelo y le ayuda a almacenar más humedad, mejorando significativamente de esta manera su fertilidad. Además la materia orgánica es un alimento necesario para los organismos del suelo.

El abono orgánico crea de esta manera la base para el uso exitoso de los fertilizantes minerales. Según la FAO la combinación de abono orgánico y fertilizantes minerales (denominado Sistema Integrado de Nutrición de las Plantas, SINP) ofrece las condiciones ambientales ideales para el cultivo: por una parte el abono orgánico mejora las propiedades del suelo y por la otra, el suministro de los fertilizantes minerales provee los nutrientes que las plantas necesitan.

Como vemos, no hay un consenso general con respecto a este tema. Por lo tanto, es necesario continuar realizando esfuerzos por llevar a cabo un manejo cada vez más eficiente de la nutrición de las plantas pero también más cuidadoso del medio ambiente.

Fuente: Eroski consumer.