Enriquecer suelos, enriquecer vidas.

Durante nuestra vida, vivimos a menos de 25 centímetros de la extinción. Éste es el espesor promedio de la capa de tierra cultivable que nos separa de un planeta yermo y de la cual dependemos totalmente. No obstante, abusamos de ella de modo francamente temerario. Cada uno de esos centímetros de capa arable puede llevar hasta 500 años en formarse, sin embargo puede erosionarse en apenas unos pocos años.

Cada año, más de 24.000 millones de toneladas de invalorable tierra cultivable son arrasadas por el agua y el viento, debido al cultivo y el pastoreo excesivos y a la tala de los bosques. La desertificación amenaza el sustento de más de mil millones de habitantes en el mundo. Y, sin embargo, es una amenaza a la que los gobiernos del mundo han prestado muy poca atención.

La desertificación es un proceso de degradación ecológica en el que el suelo fértil y productivo pierde total o parcialmente el potencial de producción. Esto sucede como resultado de la destrucción de su cubierta vegetal, de la erosión del suelo y de la falta de agua; con frecuencia el ser humano favorece e incrementa este proceso como consecuencia de actividades como el cultivo y el pastoreo excesivos o la deforestación. Según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), el 35 % de la superficie de los continentes puede considerarse como áreas desérticas. Dentro de estos territorios sobreviven millones de personas en condiciones de persistente sequía y escasez de alimentos.

En 1996 entró en vigor la Convención de las Naciones Unidas para la Lucha contra la Desertificación (United Nations Convention to Combat Desertification, UNCCD) constituyendo el primer y único marco legalmente vinculante a escala internacional que ha sido creado para hacer frente al problema de la desertificación, el cual ha sido suscrito por 195 países.

Aquí puedes ver la lista de los países que ratificaron la Convención.

La Convención ha establecido un Plan Estratégico (2008-2018) para tratar de mejorar su aplicación. Su meta es forjar una alianza mundial para revertir y prevenir la desertificación y la degradación de las tierras, y mitigar los efectos de la sequía en las zonas afectadas, a fin de apoyar la reducción de la pobreza y la sostenibilidad ambiental.

Aquí puedes conocer más acerca de los objetivos de este Plan.

Cómo evitar o prevenir la desertificación.

Todas las medidas que protejan los suelos contra la erosión, la salinización y otras formas de degradación del suelo previenen la desertificación. El uso sostenible de la tierra puede hacer frente a actividades humanas tales como el sobrepastoreo, la sobreexplotación de las plantas, apisonamiento de suelos y prácticas no sostenibles de irrigación que exacerben la vulnerabilidad de las tierras secas.

Las prácticas de manejo para el almacenamiento de agua durante los episodios de precipitaciones intensivas también ayuda a prevenir la escorrentía que arrastra la fina y fértil capa superficial del suelo que es la que retiene la humedad. La mejora de la recarga del agua subterránea a través de la conservación del suelo y el agua, la revegetación en las cabeceras y la ampliación de la superficie ocupada por las inundaciones, son medidas que pueden crear reservas de agua para ser usadas durante los períodos de sequía.

El mantenimiento de la cubierta vegetal para proteger el suelo contra la erosión del viento y del agua es una medida preventiva clave contra la desertificación. Puede ocasionarse una merma de la precipitación si se pierde la cubierta vegetal debido al exceso de cultivo, de pastoreo, de recolección de plantas medicinales, de la tala de árboles, o actividades de minería.

Las prácticas agrícolas mixtas, donde en una explotación familiar se combinan la cría del ganado y los cultivos, permiten un reciclado más eficaz de los nutrientes dentro del sistema agrícola. Tales interacciones pueden reducir la presión que ejerce el ganado sobre las tierras de pastoreo a través del cultivo de forraje. Al mismo tiempo, las tierras de cultivo se benefician del estiércol proporcionado por el ganado que permanece en los campos durante la noche en la estación seca.

La aplicación de una combinación de tecnología tradicional con transferencia selectiva de tecnología aceptable a nivel local es una manera importante de prevenir la desertificación.

La desertificación también puede ser evitada optando por medios de subsistencia alternativos que no dependan de usos tradicionales de la tierra y sean menos exigentes con el uso de la tierra y  los recursos naturales locales, pero que proporcionen un ingreso sostenible, incluyendo la acuicultura de las tierras secas para la producción de pescado, crustáceos y los compuestos industriales producidos por microalgas, agricultura de invernadero y las actividades relacionadas con el turismo.

El crecimiento urbano, cuando se lleva a cabo con el adecuado planeamiento y suministro de servicios, infraestructura e instalaciones puede ser un factor fundamental para aliviar las presiones que causan la desertificación de las tierras secas.

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La activista forestal ugandesa Gertrude Kabusimbi Kenyangi, Premio «Paladines del Bosque, 2015» ha plantado más de un millón de árboles en la zona de protección del Bosque Natural de Rwoho, contribuyendo a la mitigación y adaptación al cambio climático en Uganda y a la generación de nuevas fuentes de ingresos para las comunidades locales a través de la apicultura, la extracción de madera y las ventas de créditos compensatorios de carbono. 

 

Restauración y rehabilitación de los suelos.

El proceso de degradación del suelo puede revertirse mediante la rehabilitación o restauración de las funciones del ecosistema nativo que se encuentren dañadas o bloqueadas. Esto se logra a través de un cambio positivo en la interacción entre la población y los ecosistemas.

La restauración y la rehabilitación eficaces de las tierras secas desertificadas requieren una combinación de políticas y de tecnologías al igual que de la profunda implicación de las comunidades locales. Los ejemplos de medidas para restaurar y rehabilitar los suelos incluyen el establecimiento de los bancos de semillas, el reabastecimiento de la materia orgánica y de los organismos del suelo que promueven un mayor establecimiento y crecimiento de las plantas, y la reintroducción de especies seleccionadas. Otras prácticas de rehabilitación incluyen el cultivo en terrazas y otras medidas contra la erosión, el control de especies invasoras, la reposición de nutrientes químicos y orgánicos, y la reforestación.

Referencia: Green Facts: Hechos sobre la Salud y el Medioambiente (Desertificación).

Te invito a que revises esta extraordinaria edición de la revista Tunza, editada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente: Enriqueciendo Suelos, de donde he tomado parte de la información que aparece en esta entrada, incluyendo el título.

Celebrando el Día Internacional de los Suelos, 5 de diciembre.