Cómo construir un hotel de insectos

La primera vez que escuché este término me sorprendí, ¿un hotel para insectos? Pero, y eso, ¿qué es? Pues es un concepto surgido con el propósito de “optimizar la presencia, para la supervivencia invernal, de insectos que favorecen el ecosistema, la polinización y la biodiversidad”.

Aunque en nuestro clima tropical no tenemos el problema de las heladas o bajadas bruscas de temperaturas, al aplicar esta genial idea atraeremos insectos útiles para nuestro huerto, creando un ambiente favorecedor del equilibrio entre las hortalizas y los insectos, mejorando de esta manera la biodiversidad del huerto.

Entre las especies más útiles que podemos atraer se encuentran las arañas, las mariquitas, las avispas, lagartijas, ciertas aves, los murciélagos y los sapos, entre otros.

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Ubicación.

Lo ideal es dirigir el refugio hacia el sur o suroeste, protegido del viento, no lejos de un espacio cultivado, de una huerta o de flores silvestres (estos serán el restaurante del hotel). Tiene que estar a por lo menos, 30 cm del suelo y ofrecer refugio en caso de mal tiempo.

Materiales.

Lo más indicado son los materiales naturales como troncos de madera, ladrillos, paja, cañas de bambú, etc. Estos materiales deben tener agujeros más o menos grandes para que puedan acoger a distintos tipos de insectos. La estructura se recomienda hacerla de madera, reforzándola lo suficiente como para que pueda soportar un peso importante. El tejado debe ser impermeable, por ejemplo, de zinc.

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La estructura se debe instalar en su ubicación definitiva antes de empezar a rellenarla, ya que después de colocar los materiales en su interior pesará demasiado como para poder transportarla. Levántala del suelo unos 30 cm para mantenerla protegida de la humedad.

En el caso de que en nuestro huerto el viento sople con fuerza, se recomienda colocarle patas a la estructura, apoyándola contra una pared.

Se recomienda colocar los materiales más pesados en la parte inferior.

Las habitaciones.

Para las crisopeyas: utiliza una caja de color rojo con algunas aberturas y rellena de fibra de embalaje o paja. La alimentación de las larvas de estos insectos se basa en parásitos: pulgones, moscas blancas, huevos de ácaros, etc.

Para los abejorros: una caja con un agujero de unos 10 mm de diámetro que posea una pequeña pista de aterrizaje en su entrada.

Para ciertas abejas y avispas solitarias: una esterilla de caña trenzada o troncos agujereados.

Para las abejas solitarias: ladrillos con los huecos llenos con una mezcla de arcilla y de paja.

En general, también se puede utilizar un poco de madera seca con agujeros como los tallos de bambú, macetas giradas, llenas de fibras de madera o heno y colocar tablas de madera de tal manera que queden huecos entre ellas, es el sitio ideal para las mariquitas.

Y para aquellos que no tienen mucho tiempo disponible, pueden adquirir en los establecimientos especializados en jardinería, los hoteles ya construidos, listos para usar.

Y recuerda proteger a nuestros amigos, por favor, no utilices insecticidas.

Fuente: ecoplantem.blogspot.com

Fuente: ecoplantem.blogspot.com

El contenido de esta entrada ha sido extraído en su mayor parte del manual «Cómo hacer un Hotel de Insectos» por Julien Nadreau.

El uso de insectos en el control de plagas de nuestro huerto

Los habitantes de las ciudades tenemos un gran problema con los insectos, es un asunto genético diría yo, parece que no podemos comulgar de ninguna manera con ellos y junto con su hábitat, hemos ido exterminándolos de nuestro entorno.

Ciertamente no es nada agradable enfrentarnos por ejemplo, a los temibles insectos rastreros que nos hacen gritar de espanto cuando en medio de la noche vamos a la cocina por un vaso de agua y nos parece ver algún movimiento inesperado. Pero, junto con ellos hemos ido acabando también con todos los demás, buenos y malos, grandes y pequeños. La combinación perfecta surgió cuando pudimos armarnos con toda clase de insecticidas y a la primera de cambio fsssssssssssss!!!!! allá va, un chorro potentísimo de químicos que acaban en microsegundos con cualquier cosa con patas sin detenernos a pensar en las consecuencias de ese simple acto.

¿Cuándo fue, extenuado habitante de la gran ciudad,  la última vez que viste una mariposa, un abejorro, escuchaste cantar una cigarra, contemplaste una mariquita de vivos colores, una abejita o un ciempiés? Uffff….ni nos acordábamos que estos animales existen, tal vez nunca los vimos en vivo y en directo, ah! sí, una vez, en Animal Planet….

Pues, fíjate que no todos los insectos son plagas. En efecto, existe un gran número de insectos beneficiosos que nos pueden ayudar muchísimo en nuestra huerta. De paso, nos permitirán contribuir con el cuidado del medio ambiente, pues ellos solitos se encargarán de los “malos” de la película y no tendremos que utilizar pesticidas y todas esas cosas horribles que contaminan.

Así que, por favor, perdamos el miedo a los insectos. Es cierto que algunos tienen aguijones y pueden picarnos y que hay que tomar precauciones (sería insensato molestar una colmena, por ejemplo o dar manotazos al aire cuando una abeja se nos acerca), pero, los beneficios que obtendremos superan con creces a estos pequeños sobresaltos y poco a poco nos acostumbraremos a su presencia nuevamente.

Por increíble que parezca, existen casas comerciales que venden estos insectos para ser usados como control de plagas en huertos y jardines. En este enlace encontrarás una completa guía de insectos utilizados con este propósito (en inglés) y ¡el precio al cual puedes adquirirlos!

Control Natural de Plagas.

Los expertos creen que la solución lógica al control orgánico de plagas es crear un balance de organismos en el jardín o huerta. En un ecosistema diverso, las poblaciones de plagas son reguladas de forma natural. El desarrollo de este balance depende de los productos que minimizan el daño a los insectos polinizadores y otros insectos beneficiosos. Las trampas y señuelos son usados para identificar la presencia de plagas y ayudan a controlarlas. Si hay plagas en nuestra huerta o jardín deben utilizarse en primer lugar las soluciones menos tóxicas, tales como, barreras y repelentes, insectos beneficiosos, pesticidas biológicos, jabones y aceites, dejando de último los insecticidas botánicos o naturales, los cuales son más tóxicos.

Abejorros.

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El abejorro es el mayor polinizador encontrado en la naturaleza. Facilita la formación del fruto de un gran número de vegetales y árboles frutales. La polinización intensiva llevada a cabo por este trabajador insecto, da como resultado mayor producción de cualquier cosa, desde tomates y pimentones hasta fresas y cerezas. En este sentido, ¡los abejorros ayudan a alimentar al mundo!

Los abejorros transportan grandes cantidades de polen en sus patitas traseras. El polen también es llevado en el abdomen y es depositado durante las sucesivas visitas de flor en flor antes de regresar a sus colmenas. Éstas representan el lugar de actividad comunal en el cual el polen es convertido en alimento y los retoños son alimentados.

Se sabe que estos polinizadores, al igual que mucha de la fauna social, defenderá su hogar de los intrusos. Ellos la mantienen fresca durante la temporada de calor usando sus alas como ventiladores.

Mariquita (i)

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A mucha gente le gustan las mariquitas por su color y sus puntos negros. Sin embargo, a los agricultores les gustan por su apetito. La mayoría de las mariquitas (hay unas 5.000 especies distintas) comen con voracidad insectos que se alimentan de plantas, como los pulgones, por lo que ayudan a proteger las cosechas. Las mariquitas dejan cientos de huevos en las colonias de pulgones y otros insectos parecidos. Cuando eclosionan, las larvas comienzan a alimentarse rápidamente. Hacia el final de su vida (entre tres y seis semanas) han podido consumir 5.000 pulgones.

Su colorido y sus puntos sirven para mantener alejados a los depredadores. Pueden segregar un fluido por las articulaciones de las patas de sabor muy desagradable. Su colorido puede servir de recordatorio para los animales que han tratado de comer mariquitas antes, parece decir “mi sabor es asqueroso”. Si una mariquita se siente amenazada puede hacerse la muerta y segregar esta desagradable sustancia para protegerse.

Podisus maculiventris.

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Conocido como  “chinche apestoso” , es un insecto originario de América.  El nombre de Chinche apestoso se debe al olor defensivo (bastante fétido) que desprende cuando son atacados.

Su vida media es de cinco o seis meses y en ese tiempo llegan a poner hasta quinientos huevos en tandas de dos o tres decenas sobre hojas y ramas. Se alimentan de otros insectos (orugas generalmente) a las que clavan un estilete con el que les inyectan veneno, tras lo cual las succionan (aughhhhh!!).

Varían en color desde el marrón al amarillo y moteado con puntos negros.

Mantis religiosa (ii)

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La mantis religiosa debe su nombre a sus prominentes patas delanteras, que están dobladas y juntas en un ángulo que recuerda a la posición de oración.

A pesar de su nombre, estos fascinantes insectos son unos fantásticos depredadores. Su cabeza triangular se alza en lo alto de un estirado cuello, que de hecho es un tórax alargado. Pueden girar la cabeza 180 grados para escudriñar los alrededores con sus dos grandes ojos compuestos y tres simples situados entre ellos.

La mantis, que suele ser verde o parda y se camufla muy bien entre las plantas de su hábitat, embosca o acecha pacientemente a sus presas. Usan sus patas delanteras para atrapar a su víctima con unos reflejos tan vertiginosos que resulta difícil verlo a simple vista.

Muy a su pesar, polillas, grillos, saltamontes, moscas y otros insectos suelen despertar el nada deseado interés de la mantis. Por otra parte, estos animales también se comen a los de su propia especie. El ejemplo más famoso de ello es la infame conducta amatoria de la hembra adulta, que en ocasiones se come a su pareja justo después del apareamiento.

Chrysoperla carnea

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En su estado adulto la crisopa se alimenta de secreciones de algunos insectos, néctar y polen. La larva es depredadora, sus hábitos alimenticios son amplios y puede devorar huevos, ninfas, larvas y adultos de pulgones, gusanos, ácaros, chinches, piojos, moscas, entre otros. Las larvas son excelentes caminadoras y detectan a sus presas por métodos químicos, físicos y visuales.

(i) National Geographic

(ii) National Geographic 

La leyenda de «Las Tres Hermanas»

De acuerdo con esta leyenda de los Iroqueses, pueblo nativo de América del Norte, el maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama), son tres hermanas inseparables que sólo crecen y se desarrollan exitosamente cuando están juntas. Esta tradición de plantar conjuntamente maíz, frijoles y calabaza (zapallo, auyama) en el mismo montículo de tierra, extendida entre las sociedades agrícolas de los nativos americanos, es un sistema sostenible y complejo que proporciona fertilidad al suelo a largo plazo y una dieta saludable a través de las generaciones.

El maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama) fueron algunos de los primeros cultivos importantes domesticados por las sociedades mesoamericanas antiguas. El maíz fue el cultivo principal, el cual proporcionaba más calorías o energía por hectárea que cualquier otro. De acuerdo a las leyendas de Las Tres Hermanas, el maíz debe crecer en asociación con otros cultivos en lugar de solo, ya que necesita la compañía benéfica de sus ayudantes.

Los Iroqueses creen que el maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama) son preciosos regalos del Gran Espíritu, cada uno de ellos cuidado por los espíritus de tres hermanas. Durante la siembra se realizan ceremonias en honor a ellas y un festival conmemora la cosecha de la primera mazorca de maíz. A través de la tradición oral, contando una y otra vez la leyenda y gracias a los rituales anuales que se siguen llevando a cabo, los nativos americanos han preservado el conocimiento, el uso y el legado de Las Tres Hermanas a través de las generaciones.

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Fuente: Amelia Hansen, Corvus Art

¿Cómo funciona la técnica?

El maíz proporciona un soporte natural para que la enredadera de los frijoles pueda trepar. Los frijoles fijan el nitrógeno en sus raíces, mejorando la fertilidad del terreno proporcionando nitrógeno al maíz que se plantará en el futuro. Las enredaderas del frijol también ayudan a estabilizar las plantas de maíz, haciéndolas menos vulnerables a que se caigan a causa del viento.

El enraizamiento superficial de las enredaderas de la calabaza funciona como un mulch viviente, proporcionando sombra e inhibiendo el crecimiento de la maleza y previniendo la pérdida de humedad por evaporación, aumentando de esta manera la oportunidad de supervivencia de los cultivos en años secos. Las espinas de la calabaza también ayudan a disuadir a los predadores de acercarse al maíz y a los frijoles. La gran cantidad de residuo vegetal de esta combinación de plantas puede ser incorporada de regreso al suelo al finalizar la cosecha con el fin de reforzar la materia orgánica y mejorar su estructura.

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Fuente: Mother Earth News

El maíz, los frijoles y la calabaza (zapallo, auyama) también se complementan uno al otro nutricionalmente. El maíz proporciona carbohidratos, los frijoles secos son ricos en proteína, balanceando la carencia de amino ácidos encontrada en el maíz. Finalmente, la calabaza (zapallo, auyama) proporciona tanto vitaminas (en el fruto) como saludable y delicioso aceite a partir de sus semillas.

La leyenda

Muchas leyendas se han entretejido alrededor de «Las Tres Hermanas», las cuales varían de tribu en tribu. La siguiente versión ha sido transmitida oralmente por Lois Thomas de la Isla de Cornwall y recopilada por estudiantes del Centennial College, de la Universidad de Toronto en Canadá.

Las Tres Hermanas

Hace mucho tiempo, tres hermanas vivían juntas en el campo. Estas hermanas eran muy diferentes una de la otra, tanto en su estatura como en la forma en la que se presentaban y se movían.

La más pequeña era tan joven y redonda que solo podía trepar y estaba vestida de verde.

La segunda hermana llevaba un vestido amarillo brillante. Ella tenía una forma muy particular de moverse cuando el sol brillaba y el viento suave soplaba en su rostro.

La tercera era la hermana mayor, permanecía siempre muy derecha y elevada por sobre las demás hermanas, cuidándolas y previniéndolas de cualquier peligro. Ella llevaba una manta verde pálido y tenía el cabello largo, de color amarillo, el cual ondeaba en la brisa.

Sólo había una cosa en la que las tres hermanas se parecían, sin embargo. Ellas se amaban muchísimo, y siempre permanecían juntas. Esto las hacía muy fuertes.

Un día un pájaro extraño vino al campo: un cuervo. Él hablaba con los caballos y otros animales y esto capturó la atención de las hermanas. Más tarde, ese verano, la hermana más pequeña y joven desapareció. Sus hermanas se entristecieron.

De nuevo el cuervo regresó al campo para recolectar juncos a la orilla del río. Las hermanas que aún permanecían juntas, observaron su rastro cuando él se marchó y esa noche la segunda hermana, la del vestido amarillo, también desapareció.

Ahora, la hermana mayor era la única que quedaba. Ella continuaba erguida en el campo. Cuando el cuervo vio cuánto extrañaba a sus hermanas, las trajo de regreso y ellas volvieron a ser fuertes de nuevo.

Si deseas poner en práctica esta técnica te recomiendo que revises este enlace (en inglés) del cual he extraído la mayor parte del contenido de esta entrada: Instrucciones para plantar tu propio jardín Tres Hermanas.

El Calendario Biodinámico.

La agricultura biodinámica es un método de agricultura ecológica basado en las teorías de Rudolf Steiner, un importante filósofo, educador y escritor austriaco. Este concepto se menciona por primera vez durante el ciclo de conferencias dictadas en 1924 por Steiner a un grupo de agricultores preocupados por la baja calidad de los productos de sus granjas, el aumento de plagas y enfermedades y otros graves problemas a los que se enfrentaban.

Según este concepto,  las granjas son consideradas como organismos individuales, vivos y dinámicos, sostenibles y ecológicamente estables, biológicamente completos y equilibrados. Hace hincapié en su desarrollo integral y la interrelación de suelos, plantas y animales como un sistema de auto-nutrición sin intervención externa en la medida de lo posible. Los fertilizantes artificiales y pesticidas y herbicidas tóxicos son estrictamente evitados.

A diferencia de un ecosistema natural, no intervenido por el hombre, la persona que gestiona la granja imprime en ella su huella particular, de ahí la singularidad de cada finca. Combinando el pensar práctico y una actividad consciente meditativa, el gestor se “comunica” con las cualidades y potencialidades del lugar, surgiendo, finalmente, un paisaje equilibrado entre estática y dinámica, entre forma y caos, entre cultura y naturaleza.

La agricultura biodinámica se diferencia de otros tipos de agricultura ecológica en el uso de preparados vegetales y minerales y de un calendario de siembra basado en el movimiento de la luna y los planetas.

El Calendario Biodinámico.

Así como ha venido haciendo el hombre desde tiempos inmemoriales, el agricultor biodinámico está pendiente de los diferentes fenómenos astronómicos que acontecen a lo largo del año y los meses, los ritmos de la luna, el sol, los planetas y sus distintas posiciones respecto a las estrellas los cuales influyen en los ciclos de la naturaleza y en particular sobre el reino vegetal.

Basándose en sus propias investigaciones, la alemana María Thun comenzó a publicar en 1962  el “Calendario de Siembras de Agricultura Biodinámica” (puedes revisar información resumida de este calendario para el año 2015 si pinchas aquí) el cual utilizan miles de personas en el mundo, seguidoras de este sistema de cultivo. Confieso que me parece algo complicado, particularmente si nos estamos iniciando en la horticultura, pero nunca está de más conocer técnicas que puedan ayudar a mejorar nuestra producción. Thun publicó un libro en el que explica los fundamentos que le permitieron elaborar el calendario. Existe una versión en español (“Constelaciones y Agricultura Biológico-Dinámica”, traducida del original en alemán) que puedes consultar en este enlace.

También encontré una tesis bastante interesante realizada por un estudiante de Ciencias Agropecuarias de la Universidad de Cuenca en Ecuador sobre la Influencia de la Luna en la Agricultura, la cual incluye una breve revisión de algunos calendarios precolombinos, las hipótesis sobre el origen de la luna, las fases lunares, su efecto sobre la producción de semillas y sobre el cultivo de cítricos, café o caña de azúcar, entre otros.

Lo cierto es que, a pesar de que existe una gran cantidad de detractores de este método, calificándolo de pseudociencia y charlatanería, no podemos dejar de reconocer que la Luna ejerce un efecto importante y más que evidente sobre la vida en nuestro planeta (las mareas son uno de ellos). Entonces, ¿por qué no utilizar este conocimiento para obtener productos de mejor calidad, que no solo nutran nuestros cuerpos sino también nuestros espíritus? Los Vinos Biodinámicos, por ejemplo. Para saber de qué se trata, visita la página de estas bodegas de vino argentinas. 

Abonar, fertilizar…¿cuál es la diferencia?

Ahora que ya hemos elegido el sustrato debemos procurar que nuestras hortalizas se alimenten adecuadamente. Para ello contamos con una gran variedad de productos en el comercio.

Basándonos en nuestro propósito de llevar a cabo una práctica agrícola lo más respetuosa posible con el medio ambiente y en los principios de la agricultura orgánica, decidir cuál producto utilizar, abonos orgánicos o fertilizantes industrialmente fabricados, debería ser muy fácil de tomar. Pero no es tan sencillo. Veamos por qué.

Abonos y fertilizantes comparten cometido. Aunque se tiende a pensar que son productos diferentes, sus funciones son similares. Ambos consiguen el mismo efecto: favorecer el crecimiento y la nutrición del suelo y de las plantas.

Abonar es una actividad esencial para asegurar la calidad del suelo y mejorar el desarrollo de árboles y plantas. En el momento de escoger qué tipo de productos usar, surgen dudas entre los abonos y los fertilizantes. En ocasiones, se considera que los primeros mejoran el sustrato, mientras que los segundos hacen lo propio con las plantas. En realidad, ambos optimizan y nutren tanto el suelo como los vegetales. El único matiz posible es que los abonos tienen un principio activo orgánico que, en el caso del fertilizante, es artificial.

Entre los productos de composición orgánica destacan el estiércol, el compost y el mantillo, que a su vez se clasifican por su origen animal o vegetal. Su aspecto es muy similar al sustrato y se aplican de forma directa sobre el terreno. Los compuestos químicos minerales se solubilizan en el suelo, en contacto con el agua, y se absorben por las raíces de las plantas.

Los abonos y fertilizantes se comercializan en formulaciones líquidas y sólidas. Los líquidos se incorporan al agua de riego, en las dosis indicadas por el fabricante, y se aplican de forma periódica. Una modalidad de fertilizante líquido son las pipetas, apropiadas para el abono de plantas. Se insertan en las macetas y el preparado cae gota a gota durante un periodo de tiempo determinado. Los polvos solubles de diferentes tamaños y el granulado hidrosoluble- que se disuelve con el agua de riego al cabo de unos días- son los principales compuestos sólidos.

Antes de pensar en la aplicación de los fertilizantes, todas las fuentes disponibles de  nutrientes deberían ser utilizadas, por ejemplo excrementos de vaca, de cerdos, de pollos, desperdicios vegetales, paja y otros materiales orgánicos. Sin embargo, éstos deben ser convertidos en abono y descomponerse antes de ser aplicados en el suelo. El abono orgánico es muy valioso porque mejora la estructura del suelo, reduce la erosión del mismo, tiene un efecto regulador en la temperatura del suelo y le ayuda a almacenar más humedad, mejorando significativamente de esta manera su fertilidad. Además la materia orgánica es un alimento necesario para los organismos del suelo.

El abono orgánico crea de esta manera la base para el uso exitoso de los fertilizantes minerales. Según la FAO la combinación de abono orgánico y fertilizantes minerales (denominado Sistema Integrado de Nutrición de las Plantas, SINP) ofrece las condiciones ambientales ideales para el cultivo: por una parte el abono orgánico mejora las propiedades del suelo y por la otra, el suministro de los fertilizantes minerales provee los nutrientes que las plantas necesitan.

Como vemos, no hay un consenso general con respecto a este tema. Por lo tanto, es necesario continuar realizando esfuerzos por llevar a cabo un manejo cada vez más eficiente de la nutrición de las plantas pero también más cuidadoso del medio ambiente.

Fuente: Eroski consumer.

Cultivando en armonía con los procesos naturales.

Poco a poco hemos venido juntando las piezas que nos permitirán convertirnos en los mejores horticultores urbanos.  Sin embargo, antes de tratar asuntos más prácticos, me gustaría tocar este tema que considero, es fundamental.

Aunque nosotros no pretendamos construir un huerto a gran escala, ni convertirnos en empresarios agrícolas, es importante recordar que en las últimas décadas ha cambiado de forma significativa, aunque quizás no en la extensión en la que debería, la forma en que se producen muchos de los alimentos que consumimos.

Los consumidores se han venido mostrando cada vez más escépticos acerca de la seguridad y calidad de los alimentos producidos utilizando los métodos empleados por la agricultura industrial, además de manifestar la sociedad una creciente preocupación por la conservación del medio ambiente.

De allí que, a partir de la década de 1940 comenzara a tomar forma un movimiento llamado “agricultura orgánica”. Albert Howard, botánico inglés, principal gestor de la agricultura ecológica moderna, autor de “An Agricultural Testament”, un clásico de los textos de agricultura ecológica y  Eve Balfour, primera mujer agrónoma del Reino Unido, quien escribió el libro “The Living Soil”, texto base del movimiento emergente de agricultura orgánica, lograron divulgar sus conocimientos a través de la Soil Association, inspirando a muchos agricultores y científicos del mundo, los cuales promovieron el movimiento ecologista a nivel internacional, incluyendo a   J. I. Rodale, fundador del Rodale Research Institute en Estados Unidos.

Según la IFOAM (Federación Internacional de Movimientos de Agricultura Orgánica),  la agricultura orgánica es:

“un sistema de producción que mantiene y mejora la salud de los suelos, los ecosistemas y las personas. Se basa fundamentalmente en los procesos ecológicos, la biodiversidad y los ciclos adaptados a las condiciones locales, sin usar insumos que tengan efectos adversos. La agricultura orgánica combina tradición, innovación y ciencia para favorecer el medio ambiente que compartimos y promover relaciones justas y una buena calidad de vida para todos los que participan en ella”.

Adicionalmente, la FAO define a la agricultura orgánica como

“aquella forma de producir alimentos que respeta los ciclos de vida natural y el medio ambiente, desde las etapas de producción hasta las de manipulación y procesamiento, minimizando el impacto humano sobre el medio ambiente”.

La agricultura orgánica es, por tanto, un sistema holístico de gestión de la producción que fomenta y mejora la salud del agroecosistema, y en particular la biodiversidad, los ciclos biológicos, y la actividad biológica del suelo. Hace hincapié en el empleo de prácticas de gestión prefiriéndolas respecto al empleo de insumos externos a la finca, teniendo en cuenta que las condiciones regionales requerirán sistemas adaptados localmente. Esto se consigue empleando, siempre que sea posible, métodos culturales, biológicos y mecánicos, en contraposición al uso de materiales sintéticos, para cumplir cada función específica dentro del sistema.

Los principios de la agricultura orgánica están en consonancia con los de la agricultura biodinámica iniciada por Rudolf Steiner en 1924, en la que la granja es vista como un organismo autocontenido, en estado de evolución, que utiliza insumos externos en cantidades mínimas: se usan preparados biodinámicos y entre los requisitos se incluyen, la armonía del cultivo con los ritmos cósmicos, comercio justo y la promoción de asociaciones económicas entre productores, procesadores, comerciantes y consumidores.

De igual forma, la permacultura, ciencia interdisciplinaria de la tierra, cuyos principios fueron desarrollados por Bill Mollison en la década de 1970, comparte su enfoque con la agricultura orgánica.  La permacultura es un sistema de diseño del paisaje y la sociedad que trabaja para conservar la energía en la granja (por ejemplo, el combustible obtenido de las cosechas, la leña, las calorías de los alimentos) o para generar más energía que la que consume. El cuidado de las asociaciones naturales (incluidas las zonas salvajes), la rehabilitación de las tierras degradadas y la independencia local son ejes de la permacultura.

Podríamos por tanto, resumir los principios de la agricultura orgánica como sigue:

  • Los cultivos son sometidos a rotación por lo que los recursos locales son utilizados de forma eficiente. Se mantiene la fertilidad del suelo a largo plazo.
  • Los pesticidas químicos, fertilizantes sintéticos, antibióticos y otras sustancias, están severamente restringidos. Se promueve un uso saludable del suelo, el agua y el aire, y se reducen al mínimo todas las formas de contaminación de estos elementos que puedan resultar de las prácticas agrícolas.
  • Los organismos genéticamente modificados están prohibidos.
  • Los recursos locales son aprovechados, como por ejemplo, el estiércol de los animales como fertilizante. Se reutilizan los desechos de origen vegetal y animal a fin de devolver nutrientes a la tierra, reduciendo al mínimo el empleo de recursos no renovables.
  • Son utilizados plantas y animales resistentes a las enfermedades, adaptados al medio ambiente local. Se incrementa la actividad biológica del suelo y la diversidad biológica del sistema en su conjunto.

Aunque nuestra huerta se limite a un espacio muy pequeño, aplicar estos principios en ella, será nuestro aporte en la construcción de un mundo mejor y más sostenible.

La información suministrada en esta entrada ha sido extraída de varios documentos oficiales que recomendamos revisar al lector interesado:

Agricultura Orgánica,  Ambiente y Seguridad Alimentaria, editado por el Departamento de Desarrollo Sostenible de la FAO.

Codex alimentarius: directivas para la producción, procesamiento, etiquetado y comercialización de los alimentos producidos orgánicamente.

Definición y Principios de la Agricultura Orgánica. IFOAM.